Archivo del Autor: Fernando Arroba Rubio

Matemáticas de andar por casa en una pandemia mundial

Primero de todo aclarar que no soy epidemiólogo. Pero con tiempo para reflexionar y echar cuentas he decidido hablar un poco de las cosas que me sorprenden o, por lo menos, que me llaman la atención de todo el asunto este del coronavirus.

Estos días leo desde el confinamiento que la cuarentena nos ha impuesto mucha idea loca sobre el coronavirus, sobre cómo se combate, sobre cómo se contagia o sobre qué medidas debemos llevar a cabo. Veo también en general un comportamiento adecuado y solidario en la mayoría de la población con una conducta ordenadamente cívica, pero también algunos perturbadores casos de individualismo. No es que las medidas coercitivas que limitan la movilidad de los ciudadanos sean mis preferidas, pero en este caso no vamos a tener más remedio que acatarlas.

También, veo que nadie explica de modo coherente cómo funciona esto del aislamiento y para qué lo estamos haciendo. Así que, en este artículo quiero explicar cómo lo veo yo y hacer unas pequeñas cuentas de andar por casa de cómo serían las cosas si no hiciéramos nada y a qué nos aboca lo del aislamiento social.

La progresión geométrica es invisible al ojo humano hasta que es tarde

La mente humana no está preparada para entender directamente lo que es una progresión geométrica, sin embargo, matemáticamente es como podemos describir una situación de contagio (como la del coronavirus). Por ejemplo:

La figura anterior intenta poner un ejemplo de cómo crece el número de afectados, suponiendo que cada uno de ellos contagia a sólamente a otros dos. Si pensamos que cada fila de círculos son los infectados en un día podemos ver que desde el día 1, con un infectado llegamos al día 5 con 31 infectados.

Sólo han pasado cinco días y el número de infectados se ha multiplicado, hemos pasado de 1 a 31. Cuando me explicaban estas cosas de las progresiones geométricas durante el bachillerato (creo que fue), me contaron la historia del precio que pidió el inventor del ajedrez. Supongo que a muchos os sonará:

Cuenta la leyenda que cuando se inventó el ajedrez por encargo de algún mandamás de algún país remoto, preguntó al señor inventor qué quería a cambio de tan magnífico juego. El inventor le dijo al mandamás que quería que le pagaran con trigo, por cada una de las casillas: por la primera un grano, el doble (dos granos) por la segunda, el doble (cuatro granos) por la tercera, el doble (ocho granos) por la cuarta… así hasta llegar a la sexagésimo cuarta (porque ya sabemos que el tablero tiene 64 casillas). El mandamás pensó que era un precio muy bajo y aceptó sin reflexionar mucho en las implicaciones, pero dejadme que le haga yo las cuentas de lo que tiene que pagar:

Eso traducido en peso ¿cuánto sería? Pues no podría decirte, pero déjame especular un poco. Primero debería saber cuántos granos de trigo hay en un kilo y no tengo ni idea, así que voy a especular un poco. Si encontráis ese dato, podéis rehacer los cálculos con él. Yo voy a suponer que en un kilo de trigo hay 30.000 granos. No sé si me quedo corto o me paso, pero es por poner una cifra. Así pues, sólo tengo que dividir el número de granos que nos dio antes por la cantidad de granos que hay en un kilo y obtendré cuánto pesa (en kilos) el trigo que hay que pagarle al señor este: 614.891.469.123.651Kg… unos seiscientos catorce mil billones de kilos o lo que es lo mismo 614.891.469.123Tm de toneladas métricas (seiscientas catorce mil ochocientas noventa y un millones de toneladas métricas). Pues nada, vamos a buscar todo ese trigo para pagarle…

Por curiosidad busqué la producción mundial de trigo del 2019 y encontré que es de 731,46 millones de toneladas. ¡Espera! Con la producción mundial de 2019 no podemos pagar al buen señor… necesitamos saber, entonces cuántas cosechas mundiales de cuántos años necesitamos comprar 614.891.469.123 / 731.460.000 y esto nos da que debemos comprar el trigo cosechado en todo el mundo durante un poco más de 840 años para pagar al buen hombre que inventó el ajedrez.

Como la mayoría de las personas, ese mandamás no tenía una mente preparada para observar cómo afecta una progresión geométrica al resultado final.

El coronavirus se está extendiendo por el mundo en progresión geométrica de forma que alcanzará a toda la población del mundo pronto.

El problema del cálculo de fallecidos

Hemos visto que algunos líderes mundiales quitaban hierro a esto del coronavirus con argumentos un tanto pillados por los pelos: no es una enfermedad grave, afecta a ancianos y a gente con patologías previas, no pasa nada, todos los años tenemos una epidemia de gripe que se lleva a unos pocos… Como al mandamás del ajedrez las progresiones geométricas no les son fáciles de comprender.

Vamos a hacer una valoración de cuántos muertos puede ocasionar una depidemia suelta para la que no tenemos cura ni vacuna. Ya tuvimos un ejemplo en la mal llamada Gripe Española, pero desde entonces, hace 100 años, hemos aprendido muy poco o nada. Así pues, considerando que tiene una mortalidad de un 4% más o menos, según países, la cuenta rápida en España sería que con una población de 47 millones de personas si se infectan todos, morirían 1.880.000 personas. Pero hay otro problema para este cálculo, a los enfermos hay que cuidarlos y eso representa que la sanidad se verá colapsada. El 14% de los infectados necesitan cuidados especiales dada la gravedad de los síntomas, de lo que pueden morir. Por lo tanto la ratio de mortalidad crecerá: no habrá sanidad para todos.

Por poner algo más visual vamos a fijarnos en esta figura de arriba. La línea gruesa negra representa el número de casos. Si la población se infecta de forma geométrica, el número de casos crecerá rápidamente. Al cabo de unos días comenzará a crecer de una manera más lenta hasta que superado el pico comenzará a decrecer el número de casos. Los infectados que superen el contagio habrán conseguido algo de inmunidad contra el virus, otros morirán, pero lo que sabemos es que aproximadamente el 14% de los infectados necesitarán una cama donde recibir cuidados intensivos y si no los reciben, la proporción de muertos aumentará. Y ahí es donde radica el problema: ¿qué ocurre cuando las camas de las UCI estén llenas? Pues básicamente que no se puede atender a todo el mundo y morirá más gente: pero no sólo de coronavirus, también aquellos que desafortunadamente tengan un infarto de miocardio, o un accidente de tráfico, o un accidente laboral, o una pulmonía bacteriana, o …

Por tanto, no serían sólo los muertos por coronavirus los que hay que contabilizar, sino que también hay que contar todos aquellos que hubieran podido salvarse si la sanidad no hubiera estado colapsada.

El confinamiento para parar el contagio

¿Qué efectos tendrá el confinamiento en nuestra curva de afectados? Pues es difícil saberlo, porque depende de muchos factores. Pero podemos hablar de lo que esperan las autoridades.

Vamos a echar un ojo a las curvas anteriores.

Lo que ocurre es que impuestas las medidas de confinamiento es un poco difícil saber cómo se comportará la curva de infectados. Dependerá no sólo de cuándo se haya puesto sino también de cómo de estrictas sean las medidas y de otros factores imponderables: ¿Cómo de infectada está tal o cual zona o lugar? ¿Cómo de seriamente se lo ha tomado la población? ¿Se tomó a tiempo esa medida?

La intención de todos es mantener la curva de infectados por debajo de la línea de saturación de la sanidad. ¿Qué ocurre si no es así? Pues hay que aumentar el número de camas disponible. Eso está ocurriendo ya en algunas comunidades autónomas y ha ocurrido en otros países antes. Se han creado camas en nuevos hospitales improvisados para atender esa demanda.

¿Qué otras cosas ocurren cuando se han instaurado las normas de confinamiento para controlar la pandemia? Pues básicamente que el famoso pico de contagio se retrasa. ¿Cuánto? Pues no lo sé, mis cuentas de andar por casa no son capaces de calcular eso, pero sí sé que se retrasa.

Además hay que tener en cuenta muchas variables y supongo que quien toma las decisiones tendrán a mano algún modelo de simulación que les diga esas cosas teniendo en cuenta todas esas variables que a mí se me escapan. Sin embargo, se pasan todas las ruedas de prensa hablando de que ya vamos a llegar al pico, de que el pico ya está cerca… y la gente está pensando que alcanzar el pico acaba con el problema y ya se pueden relajar, pero es al contrario. Debemos estar concentrados ahora, pero una vez hayamos pasado de una puta vez el famoso pico tenemos que seguir concentrados y en confinamiento para evitar un rebrote. De nada sirve hablarle a la población general del pico de contagios si finalmente lo único que indica es que tenemos ante nosotros al menos tanta confinación como hemos tenido hasta ahora. Que sí, que las cifras de muertos e infectados irá descendiendo, pero seguirá muriendo gente y seguirá infectándose. Lo que hay que hacer es concienciar a todos que cuanto más actuemos como comunidad, y no como individuos, más gente se salvará.

Bulos, virus y grandes números

Me he cansado de leer bulos. Los bulos tontos me hacían gracia al principio, pero luego veo a gente quemándose la piel o la garganta haciendo lavativas o gárgaras con los más extraños mejunjes. Algunos tantos que relacionaban la ganadería con la pandemia, que si los antibióticos que se dan al ganado han creado resistencia en los microorganismos y se ha desatado la pandemia. ¿Te suena bien? Entonces no entiendes cómo funcionan esos bichillos. Los virus siempre, repito siempre, han sido resistentes a los antibióticos. Así que nada tiene que ver el que den antibióticos al ganado con la pandemia pero aprovechando que por Valladolid pasa el Pisuerga pues ya meto una pullita vegana al tema.

La gente habla de matar al bicho de las maneras más variopintas y el problema es que un virus, en realidad, no lo puedes matar porque no está vivo. Un virus es apenas unas pocas proteínas recubiertas de una cáscara de grasa. Para luchar contra ellos lo mejor que puedes hacer es echarle jabón a esa cubierta de grasa, para deshacerla: !lávate las manos y todo lo que toques!… y poco más hasta que encontremos un remedio antiviral adecuado.

El problema que causa este virus es que es una mutación para el que no estamos vacunados y no tenemos ni inmunidad de grupo ni individual. Y el problema es que puede mutar de nuevo. No es algo que el virus haga voluntariamente. Una mutación ocurre como una lotería: incluso la mutación es menos probable que el que toque la lotería. Sin embargo, aquí el ser humano tiene otra incapacidad natural, la de percibir números muy grandes o muy pequeños. Ya ocurrió en la famosa Gripe Española, el primer brote fue en 1914 y afectó, como éste, principalmente a personas mayores. Campó a sus anchas y eso significó que hubo muchos miles de millones y de trillones de copias del virus pululando. En 1918 apareció una mutación mucho más dañina que mató a jóvenes, niños, ancianos y quien se le puso por delante.

No podemos dejar que este virus pulule libremente y consiga hacer miles de millones de millones de copias. Cualquier error en la transcripción de las proteínas es una mutación potencialmente peligrosa. Esos errores de copia son muy raros de una entre millones, pero es que si lo dejamos libre habrá millones de copias y puede aparecer esa que lo haga aún más peligroso.

Conclusiones

No estamos ante una situación que hayamos visto antes en el mundo. La novedad de esa pandemia es que hay que pararla y los gobiernos están teniendo reticencia a parar un país por ella, a pesar de haber visto cómo, al final, otros países han tenido que hacerlo. Cuando se puso en cuarentena a toda una ciudad en China, los demás estados deberían haber previsto ya que tendrían que hacer lo mismo. Cuando llegó a Italia se tardó en tomar las mismas medias, cuando ha llegado a España ha ocurrido lo mismo, y ahora asistimos a cómo otros países siguen sin escarmentar en cabeza ajena y piensan que con ellos no va esto, que lo van a poder controlar sin hacer tanto aspaviento.

Hace dos días veía una entrevista hecha desde Holanda a un epidemiólogo chileno y la entrevistadora comentaba que en Holanda estaban seguros que estas cosas pasan en países como China, Italia o España, más atrasados que ellos, que no han hecho los deberes antes. No estaría mal recordarles el famoso refrán «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar». Pero espero que tengan razón y no se vean como nos vemos nosotros junto con italianos y parte de los chinos.

La gente además espera que los resultados se vean ya. Parece que nadie les ha explicado lo que es el periodo de incubación, que son los días que transcurren entre que alguien se contagia y la aparición de los primeros síntomas, que es cuando ya se es potencialmente contagioso. El problema es que ese periodo puede ser entre dos días y catorce días, con una media de diez. Es decir, más o menos lo que vemos en los números de hoy es el resultado de los contagios de hace una semana.

Podemos apreciar que todos los países, en general estamos teniendo evoluciones similares, de momentos estamos repitiendo los pasos de otros países de nuestro entorno. Espero que el confinamiento tenga sus beneficios y podamos imitar la curva de Corea del Sur lo antes posible y vamos camino de ello, muy despacio, pero vamos. Otros países como Estados Unidos y Reino Unido están actuando tarde, espero que lo puedan controlar finalmente. Pero sólo puedo esperarlo, porque se les ve desatados.

Pues poco más que decir, veo a gente hablando mucho y diciendo la primera barbaridad que se les viene a la cabeza. Y conste que no es que me guste cómo está gestionando el Gobierno las cosas, pero veo que los hay todavía peores. Me imagino cómo nos estaría yendo a estas alturas con Rajoy: el presidente que nunca hacía nada y guardaba los problemas en el cajón hasta que caducaban… Menos me gusta cómo lo están gestionando algunos(as) presidentes(as) de Comunidades Autónomas, que lo están haciendo aún peor que el presidente nacional, con la diferencia de que tienen a alguien por encima a quien echarle la culpa mientras asegurar ser los más leales del mundo mundial.

Quizá otro Presidente podría hacer lo mismo y estarle echando la culpa a Europa, y no le faltaría razón. Está claro que de esta crisis global debemos salir unidos y Europa sigue jugando al juego de cada perro que se lama su cipote. Lo que terminará por cargarse los pocos argumentos europeístas que podían contarnos: si no estamos a las duras para qué estar a las maduras, en las maduras también cada perro se puede lamer su cipote. Es precisamente en las duras cuando se hace nación, en los momentos difíciles cuando hay que estar y fomentar esa identidad europea. Vemos cómo a Italia le están ayudado más China, Rusia y Cuba que la Unión Europea, y con España tiene pinta que va a ser más de lo mismo.

Pues aquí lo dejo que no me quiero calentar y me ha salido un ladrillo considerable… sólo un último consejo: ¡Quédate en tu puta casa!

Primer informe de Amnistía Internacional sobre Acoso Escolar

En España, son miles los casos de acoso escolar entre iguales que no se documentan debido a la ausencia de datos, una formación inadecuada y una rendición de cuentas deficiente.

Con esta frase comienza Amnistía Internacional su informe sobre Acoso Escolar. Podéis consultar su página directamente.

Hay quien puede preguntarse que hace Amnistía Internacional ocupándose del tema del acoso escolar: ¿Esos no se dedicaban a los Derechos Humanos? Y sí, es cierto que se dedican a los Derechos Humanos pero ¿es que todavía queda alguien que piense que el acoso escolar es cosa de niños?

Los principales puntos encontrados por Amnistía Internacional son muy familiares, –demasiado–, para los que nos venimos dedicando a este tema desde hace algún tiempo.

  • Las víctimas de acoso se sienten indefensas pero aún así temen denunciarlo para evitar que el problema se agrave, porque piensan que la denuncia es inútil o incluso contraproducente.
  • Los padres y las madres de los chicos que sufren acoso sienten un profundo sentimiento de culpa.
  • Hay una gran presión entre los adolescentes para ajustarse a los roles sociales de género.
  • En este estudio se repite el esquema de abusos físicos en los chicos y abuso social y exclusión en las chicas.
  • Algo preocupante es que los menores no identifican los insultos por la red y otras acciones incluidas en el ciberacoso como parte del acoso, aunque sus padres o profesores sí lo hagan. Y normalicen esas conductas.
  • En opinión de Amnistía Internacional, *las autoridades no están adoptando todas las medidas necesarias para proteger a niños y niñas*.
  • El Plan Estratégico de Convivencia Escolar 2016-2020, no se ha implementado en su integridad: el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar, sólo existe de manera nominal.
  • Las formas no físicas de acoso: los insultos, la exclusión social y el hostigamiento suelen pasar desapercibidas.
  • El número de casos documentados por las autoridades educativas es significativamente inferior al que se puede suponer por los testimonios de niños, educadores y padres.
  • El acoso escolar es un problema que preocupa mucho a educadores, psicólogos, padres y niños, pero sin el apoyo institucional, esa preocupación sirve de muy poco.
  • La dirección de los centros educativos tiene la responsabilidad disciplinaria, pero se sienten cada vez menos respaldados por la inspección educativa y si no hay denuncia, prefieren mirar hacia otro lado.
  • Los centros y las autoridades educativas deberían confiar más en los niños y adolescentes para identificar los problemas y buscar las soluciones.

Como venimos diciendo desde hace bastante tiempo: la educación debe ser una de las prioridades para evitar este tipo de problemas y los centros, los padres, los profesores y todos debemos transmitir un inequívoco mensaje de tolerancia cero al acoso entre iguales.

El informe se puede descargar directamente de la página de Amnistía Internacional.

Recomendaciones para hablar con menores cuando necesitan ayuda

Hace un tiempo la APA (American Psychological Association) publicó una hoja de hechos o pequeña guía para hablar con los menores cuando tienen problemas.

Son apenas unos puntos en los que tampoco profundizan demasiado pero me ha parecido interesante traducir el documento y ponerlo aquí.

Hablar con menores cuando necesitan ayuda

Como padre o profesor, eres la primera línea de apoyo para niños y adolescentes. Es importante tener abierta una línea de comunicación con ellos y construir un sentimiento de confianza. Cuándo tus niños y adolescentes tienen dificultades, quieres que se sientan cómodos recurriendo a ti para buscar ayuda.

Es muy importante la habilidad de identificar cuándo los menores están luchando emocionalmente. Los niños y adolescentes tienden a interiorizar sus sentimientos. Si algo les preocupa, no suelen manifestarlo y pedir apoyo. A veces no son conscientes de tener esa ayuda disponible. Así pues, es esencial para padres y profesores ser capaces de detectar cuándo va mal algo y cómo acercarse a niños y adolescentes.

Puedes percibir como un reto conseguir que tus hijos se abran y hablen contigo. Los siguientes consejos pueden ser útiles para empezar una conversación y entender qué está ocurriendo en sus vidas.

Hazle sentirse seguro. Quieres facilitar que los menores se sientan cómodos hablando contigo. Es esencial dejar claro por qué estás hablando con ellos. Los niños especialmente temen tener problemas o ser castigados si se ven forzados a hablar en privado. Tranquilízalos, ese no es el caso; estás ahí ofreciendo apoyo. Los padres podrían considerar reservar un poco de tiempo para hablar cara a cara regularmente, como almorzar con tu hijo semanalmente o cada dos semanas.

Escúchalos. Tomate el tiempo de escuchar activamente por qué tu hijo tiene un bajón de rendimiento escolar o habla de la muerte o lo que un adolescente tiene que decir. Muchas veces, todo lo que quieren los niños o adolescentes es alguien que les escuche. Intenta entender su punto de vista antes de hacer sugerencias. A veces tu propia ansiedad te puede empujar a intentar arreglarlo todo. Pero en muchos casos, la mejor ayuda que puedes ofrecer es escuchar atentamente.

Acepta y apoya su necesidad de ayuda. Si un niño o adolescente te dice que está sintiendose triste o molesto, por ejemplo, diles que estás orgulloso de que comparta sus sentimientos. Hazles saber que aprecias el esfuerzo que representa para ellos hablar contigo y confiar en ti para buscar ayuda. Si tu hijo parece necesitar más ayuda de la que tú puedes proporcionar, consulta con un profesional adecuado. Puedes comenzar por hablar con el psicólogo del colegio.

Sé auténtico. Intenta no hablar desde un guion. Los adolescentes saben cuándo no estás siendo genuino. Si eres abierto, auténtico y relajado, les ayudará a comportarse de la misma manera.

No tengas miedo de decir «no lo sé». Como padre o profesor, está bien admitir que no tienes todas las respuestas. Aun así, si un niño o adolescente te pregunta algo, tendrías que hacer el esfuerzo de encontrar una respuesta o alguien que pueda ayudar.

La Asociación Psicológica Americana agradece a Laurie D. McCubbin, PhD; Stephanie S. Smith, PsyD; Lynn Schiller, PhD; Andrew J. Adler, EdD; y Diane C. Marti, PhD, por contribuir a esta hoja de hechos.

Cuidado con las señales de suicidio

El suicidio es evitable. Los dos pasos más importantes para impedir el suicidio es reconocer las señales de aviso y conseguir ayuda. Las señales de advertencia pueden incluir un importante uso de drogas o alcohol, haciéndose daño a ellos mismos. Si crees que vuestro niño o estudiante está en peligro, llama al 112 inmediatamente y permanece con él mientras la ayuda viene en camino.

Fuente

https://www.apa.org/helpcenter/help-kids.aspx

Conclusión

No soy traductor profesional, pero he hecho lo que he podido con ello. He intentado ser lo más fiel al original posible, pero algunas frases y expresiones las he traducido más libremente porque en español sonaban muy raros.

Cómo ayudar a los niños a enfrentarse al «cyberbullying»

En este artículo pretendo dar unas nociones básicas de cómo ayudar a los menores que  están sufriendo cyberbullying. En general, hablaré sobre el acoso, pero en los últimos años el acoso que antes se quedaba en la calle viaja en el bolsillo de nuestros hijos.

¿Qué es el Cyberbullying?

El Cyberbullying es la utilización de herramientas de comunicación basadas en Internet o telefonía móvil para acosar a otra persona. Suelen considerarse varios tipos de acciones, como el envío de mensajes acosadores o hirientes, publicación de fotos o vídeos en redes sociales, difusión de rumores difamantes en Internet o en grupos de aplicaciones de mensajería.

El Child Mind Institute en un artículo lo define como:

Cyberbullying is the use of digital-communication tools (such as the Internet and cell phones) to make another person feel angry, sad, or scared, usually again and again. Examples of cyberbullying include sending hurtful texts or instant messages, posting embarrassing photos or video on social media, and spreading mean rumors online or with cell phones.

Pautas para el primer momento

Para los adultos, los padres, suele haber un shock emocional cuando descubren que su hijo o hija sufre acoso. Es posible que la primera reacción al enterarse sea tomar represalias sobre esos hechos y se olvidan de lo más importante: ayudar al menor a desactivar la situación, a protegerse a sí mismo y a buscar soluciones racionales que ayuden a detener ese acoso.

Es difícil mantener la calma cuando afecta a uno de nuestros hijos, tenemos que reaccionar. Pero lo más seguro es que sin estar preparados para enfrentar estos casos, nuestra reacción sea desproporcionada, a destiempo e incluso contraproducente cuando caemos en la sobreprotección. ¿Qué podemos hacer?

  • Lo primero es mostrar nuestro apoyo incondicional al menor. Lo queremos, hay que hacérselo saber.
  • Ayudar al menor a mantenerse alejado de los medios electrónicos por el que le llega el acoso. Ayudar, no prohibir. Podemos organizar actividades paralelas: realizar con él juegos analógicos, ayudarlo a desinstalar las aplicaciones que pueden molestar, etc.
  • Si se puede identificar a los acosadores y son menores también, puede considerarse la opción de hablar con los padres. Considéralo, pero ten en cuenta que este tipo de encuentros si no se saben manejar terminan normalmente en un cruce de reproches que no arreglan nada o incluso pueden empeorar la situación.
  • Valora ponerte en contacto con el Centro Educativo de tu hijo o hija. Aunque sólo tengas referencia de acoso online, es posible que sea una extensión que se arrastra desde otras situaciones como la escolar.

Muchas veces los chicos no cuentan que están sufriendo acoso. Algunas veces es por vergüenza, pero en muchas ocasiones es por miedo a empeorar la situación involucrando a los adultos. La mayoría de los acosos pasan desapercibidos, por ello, para los padres. Tanto es así que si los padres llegan a enterarse de una de estas situaciones es que el problema será lo suficientemente importante como para intervenir.

Intervenir no significa entrar como un elefante en una cacharrería. Intervenir significa comenzar por recabar cuantos más datos, mejor. Tenemos que hablar de la situación con nuestro hijo, pactar las acciones que vamos a tomar y elaborar un plan de acción conjunto. Dejar que nos exprese sus temores y miedos sobre las consecuencias y aclararle el alcance de las acciones para que la defensa sea eficaz.

Uno de los objetivos que suelen tener los acosadores es aislar a la víctimas para que no reciban ayuda. Es una buena idea animar al menor a buscar el apoyo de compañeros, porque puede convertirse en una defensa eficaz.

Pautas que debemos explicar y pactar con nuestros menores, según el Children Mind Institute son las siguientes:

  • Apagar el móvil o el ordenador. Hay que ignorar los ataques y otra opción si se quiere mantener el uso de esos dispositivos es desinstalar las aplicaciones por las que llega el acoso, o bloquearlas.
  • No responder ni tomar represalias. Normalmente cuando contestamos en caliente podemos decir o hacer cosas de las que más tarde nos arrepentimos. Normalmente los acosadores buscan obtener una reacción de nosotros, es lo divertido de acosar. No les demuestres que su plan ha funcionado.
  • Bloquear al acosador. Muchas de las aplicaciones que utilizamos tienen herramientas para bloquear cuentas de las que no queremos tener conocimiento. Si no puedes hacer eso, borra esos mensajes sin leerlos.
  • Guarda e imprime los mensajes de acoso. Si la situación se alarga en el tiempo, guarda la evidencia porque lo necesitarás para mostrárselo a padres y maestros, para denunciar la situación.
  • Cuéntale todo a un adulto de confianza. El adulto de confianza no tiene por qué ser uno de los padres. El adulto de confianza será aquél en el que confíe el menor porque considere que lo escuchará y que tiene las habilidades, la predisposición y la autoridad para ayudarlo. Revelar esta situación a un adulto no es chivarse, es defenderse.

Hay que tener en cuenta además, que si existen amenazas reales contra la seguridad del menor, hay que interponer denuncia en la comisaría más cercana.

Estrategias positivas

En las situaciones de acoso las reacciones que conllevan peores resultados son las que terminan en confrontación y los mejores las que señalan la situación en su justo término.

Nuestra obligación es enseñarle a nuestros hijos que para construir un mundo y una sociedad seguros la responsabilidad es de todos. Hay que darles herramientas para que, por ejemplo:

  • denuncien también las situaciones de acoso que presencien,
  • que censuren comentarios crueles en redes sociales,
  • a no enviar fotos humillantes si las reciben,
  • no reír las gracias que impliquen falta de respeto o sean
    humillantes para otros,

Así, entre todos podremos detener episodios de crueldad que de otra forma hubieran ido magnificándose como en una gran bola de nieve.

¿Cómo hablar del suicidio con los jóvenes?

En esta página ya hemos hablado sobre la depresión en otras ocasiones. Hay que recordar, además, que la depresión mata. El suicidio es un problema asociado que puede tener consecuencias fatales. Leemos preocupados en la página de información del Consejo General de la Psicología Español, haciéndose eco de las recomendaciones de la APA (American Psychological Association) que abordan el tema del suicidio en niños y adolescentes. En dicho artículo abren con la siguiente frase:

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 24 años de edad. A pesar de la creencia común de que solo los adolescentes y los adultos llevan a cabo comportamientos suicidas, los niños más pequeños también pueden estar en riesgo.

Hay que sensibilizar a padres y profesores para que estén atentos a las señales de advertencia que pueden lanzar nuestros niños y adolescentes. Los factores son muchos pero podemos resumirlos en la siguiente lista:

  • problemas de salud mental como la depresión,
  • la ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo,
  • alcohol y uso de sustancias,
  • comportamientos compulsivos,
  • historia previa de trauma o abuso,
  • historia familiar de suicidio,
  • intento de suicidio previo

Si tratamos con menores con alguno de esos factores debemos estar atentos a las señales de advertencia. Entre ellas podemos destacar, pero no son las únicas:

  • cambios físicos en la apariencia o en los hábitos de higiene,
  • aumento en el consumo de alcohol o drogas,
  • disminución en las calificaciones escolares,
  • aislamiento social,
  • discursos sobre el suicidio o preocupación manifiesta por la muerte,
  • comportamientos peligrosos o imprudentes (como conducir de forma imprudente o practicar sexo inseguro),
  • comportamientos autolesivos,
  • expresar sentimientos de desesperanza o manifestar no tener motivos para vivir,
  • búsqueda de métodos de suicidio y/o adquisición de armas (evidentemente la preocupación por las armas es mayor en USA que en nuestro país).

Y si los padres detectan algunas de estas señales y/o comienzan a temer que su hijo/a puede estar en un proceso autodestructivo ¿qué pueden hacer? De la misma fuente se extraen algunas acciones que pueden poner en práctica para prevenir el suicidio:

  • Dígaselo: Expresar abiertamente su preocupación por el hecho envía un claro mensaje de que hay alguien que cuida de él, a quien le importa y quien se preocupa. No hay que hacer caso de quien dice que hablar de suicidio con los jóvenes puede sembrar la idea en ellos.
  • Escuche: En muchas ocasiones los padres evitan las conversaciones molestas, cambian de conversación e incluso llegan a prohibir ciertos temas. Es muy importante escuchar cómo se siente nuestro hijo/a y qué le está sucediendo.
  • Mantenga las relaciones sociales: Una reacción lógica, inmediata y, sin embargo, equivocada es «sobreproteger» al hijo o hija, prohibiéndole salir, por ejemplo. Al contrario, debemos ayudarlo a mantener sus relaciones sociales con amigos y demás gente querida. Además, lo que podemos hacer es pasar más tiempo con él o ella.
  • Comprensión: Debemos estar al lado de nuestros hijos de forma incondicional en estos momentos. Necesitan que les expresemos nuestro amor y apoyo, necesitan saber que vamos a buscar la ayuda que sea necesaria y que estaremos a su lado durante todo el proceso.
  • Confíe en su intuición: Un joven que tenga pensamientos suicidas siempre va a negarlos, si tiene sospechas de que esos pensamientos pueden estar ahí, confíe en su intuición. Tome medidas, especialmente las encaminadas a la seguridad (ver el punto siguiente).
  • Priorice la seguridad: Elimine cualquier medio que pueda tener al alcance el menor para llevar a cabo el suicidio. Asegúrese de que el niño o adolescente no se quede solo y consulte cuanto antes con un profesional de la salud mental.

 

El autobús

Imagínate que eres el conductor de un autobús. Tienes asignada una ruta y al conducir por ella tu vehículo va recogiendo cada día diferentes pasajeros. Algunos son nuevos y otros habituales, y de ellos parte son amables, parte más bien desagradables y parte, por fin, directamente problemáticos. A medida que esos diferentes pasajeros van subiendo a tu autobús, les echas un vistazo, dedicando a algunos más atención que a otros, pero sin dejar nunca de ser consciente de que no puedes impedir que suban a él y que lo máximos que puedes hacer es observarlos y estar atento por si se produjeran problemas.

Algunos de ellos te amenazan para que hagas lo que ellos quieren y llegas a un acuerdo con ellos para que se mantengan en el fondo del autobús para no verlos. A cambio, tú harás lo que ellos quieren. Pero llega un momento que quieres cambiar tu ruta y esos pasajeros se levantan y comienzan a molestarte para que vuelvas a la ruta que ellos quieren. Decides echarlos del autobús, así que paras y te enfrentas a ellos. Pero lo primero que has hecho es parar, no vas a ningún lado, y los pasajeros son muy fuertes. Forcejeas con ellos e intentas echarlos pero no puedes, así que te vuelves a sentar al volante y comienzas a conducir por la ruta que ellos quieren para que vuelvan al fondo y te dejen tranquilo.

Cada vez que te planteas modificar la ruta vuelven a aparecer y cuando mantienes la que llevas desaparecen de nuevo. Algunas veces desaparecen durante tanto tiempo que te olvidas de ellos y llegas al convencimiento de que el único camino, la única ruta es la que estás siguiendo. Si te sales un poco vuelven a aparecer, pero ahora con la ventaja añadida de que han ganado todos los enfrentamientos.

Durante tu jornada, todos esos diferentes tipos de pasajeros van subiéndose y bajándose de tu autobús y, al cumplirse el horario, se vacía y pones fin a la ruta aparcándolo en las cocheras para que pase allí la noche.

Ahora piensa que esa ruta es una lista de tus objetivos diarios. Cada objetivo representa algo que necesitas o quieres hacer para vivir tu vida en armonía con tus valores. En lugar de pasajeros subiéndose y bajándose de tu autobús, imagina que esas personas son los pensamientos estresantes, recuerdos personales, imágenes mentales y emociones dolorosas que vienen a obstaculizar el comportamiento de tus objetivos diarios. Como acabas de hacer con los pasajeros de tu autobús, retrocedes un paso, observas esos pensamientos, guiones, imágenes y emociones y acepta que suponen una amenaza para ti y que no sabes cómo hacerles frente. Y como acabas de hacer con los pasajeros de tu autobús, acepta que todos esos pasajeros seguirán subiéndose y bajándose y continúas conduciendo su autobús mientras convive con ellos. Te das cuenta de que cada tía traerá una nueva mañana, una nueva ruta y un nuevo grupo de pasajeros que viajarán contigo en el viaje de tu vida.

Tú eres el conductor del autobús, tienes el control del vehículo, pero lo has cedido a unos pasajeros que te amedrentan. Ellos no giran el volante ni pisan el freno ni el acelerador. ¿Crees que esos pensamientos, sentimientos o recuerdos pueden hacerte daño? ¿Vas a seguir escondiéndolos para no verlos o vas a dirigir tu vida independientemente de lo que digan que pueden hacerte?

¡Disfruta el viaje!

Yo tenía un perro negro

Alguna vez has conocido a alguien con depresión. No es una pregunta, es una afirmación, porque estoy seguro de que es así. La depresión es una enfermedad muy frecuente en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que afecta a unos 350 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo, a lo que vulgarmente llamamos o nos referimos como «hoy estoy depre». Puede suponer un gran sufrimiento para las personas. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 800.000 personas, convirtiendo al suicidio en la segunda causa de muerte entre la gente de 15 a 29 años.

El perro negro es un vídeo producido por la OMS bastante explicativo y recomiendo su visionado.

La tríada cognitiva negativa

Cuando estudiaba psicopatología me explicaron que uno de los síntomas es la tríada cognitiva negativa, que consiste en que el sujeto percibe su vida como desastrosa, en el pasado y en el presente, y las expectativas de futuro que tiene son bastante pesimistas.

Pero no vamos a darle muchas vueltas a los temas técnicos. Si a comentar algo que me ha llamado siempre la atención. Cuando he tenido que trabajar con alguna persona deprimida y su entorno, siempre me encuentro con alguien que afirma cosas como: «lo que le pasa es que es un flojo» o «lo hace para llamar la atención». Estas personas se empeñan en ser una rémora que en lugar de ayudar hacen todo lo contrario. Lo hacen con buena intención, según ellos lo que el paciente necesita es «dejar de hacer el tonto y espabilar». Algunas veces, incluso consiguen que la persona deje el tratamiento.

Otras personas quieren ayudar. Se acercan al paciente y dan consejos tan sabios como: «anímate, no puedes estar así todo el día». Lo cual es un consejo envenenado: ya le gustaría al deprimido poder animarse, lo intenta por todos los medios con escaso resultado. Y por otro lado, el «no puedes estar así todo el día» alcanza de lleno al sentimiento de culpa que el sujeto tenga en esos momentos.

Y yo ¿qué puedo hacer?

Tengo que decir que todos podemos hacer algo, pero no siempre sabemos el qué. Insistir en que se levante de su sillón y se vaya a correr un maratón no es objetivo alcanzable, así a la primera. Si queremos ayudar a ese amigo tenemos que escucharlo y cuando exprese esos pensamientos negativos sobre su pasado. Ese error que cometió. Esa decepción amorosa. Eso que hizo que no debería haber hecho o al contrario, lo que no hizo y debió hacer. En esos momentos, hay que recordar que todos tomamos la mejor decisión que podemos con los datos de que disponemos en ese momento. No se puede prever con absoluta certeza qué sucederá dentro de diez años, diez meses, diez semanas, diez horas.

Podemos intentar rememorar esos tiempos que pasamos juntos, haciendo cosas divertidas, siendo felices. Solo hablar y solo escuchar… si vas a decir alguna frase que comience por «tú lo que deberías hacer es», mejor cállatela.