Mi pequeño tiranuelo (3/3)

Destronando al Tiranuelo.

Después de descubrir lo que caracteriza a nuestro pequeño tirano y los motivos que han hecho que ocupe el trono imperial de la casa, le toca el turno a conseguir derrocarlo. O al menos intentarlo.

Esto de tener un tiranito en casa no sucede de hoy para mañana. Es un proceso que lleva cierto tiempo de gestación. A menudo mucho más del que uno es consciente.
Por eso, cuando creas que las cosas se te han ido de las manos, o cuando empieces a darte cuenta de ello, lo mejor sería acudir a un buen profesional de tu confianza. Subrayando buen profesional y de tu confianza. Aunque eso signifique ir peregrinando un poco de consulta en consulta.

Hay profesionales que consideran que el abordaje de este problema abarca tres objetivos fundamentales:

  • Establecer determinados límites y normas firmes en relación con la agresividad y el engaño. Básicamente tolerancia cero.
  • Trabajar para mejorar la autoestima del pequeño.
  • Trabajar la inteligencia emocional, basándose fundamentalmente en el desarrollo de habilidades sociales, la empatía, el altruismo y la solución de problemas.

Y una vez establecidos los objetivos generales, ya se puede hablar de ofrecer una serie de pautas para conseguirlos:

  •  En primer lugar, establecer límites y poner normas desde el principio. Hay quienes consideran que sería bueno empezar cuando antes, casi desde el tercer o cuarto mes… tal vez sea un poco exagerado. Tal vez no. Lo realmente importante es que el niño comprenda que existen normas que hay que cumplir y reglas que seguir. Algunas deben ser inamovibles: no pegar, no insultar (tolerancia cero a la agresividad y la violencia). Y otras se pueden negociar… Eso si, el incumplimiento de estas normas debe tener unas consecuencias.
    Lo mejor: darles tareas acordes con su edad, para que vayan aprendiendo lo que es la autonomía y la responsabilidad.
  • Por supuesto se debe tener un único criterio, una coherencia entre todos los adultos responsables del pequeño.
  • Reforzar, en la medida de lo posible, la aparición de conductas positivas siempre resulta más efectivo que el castigo, pero si se ha impuesto uno, hay que cumplirlo (debería ser inmediato y proporcionado, se trata de un castigo, no se trata de dar ejemplo a otros ni de una venganza). Conviene explicar claramente cuales son las normas o por qué se le dice que no a una petición usando argumentos que el niño pueda entender, eso si, sin entrar en debates eternos.
  • Enseñar, promover y premiar el esfuerzo, aunque el resultado no sea exactamente el esperado, siempre se debe valorar el hecho de haberlo intentado.
  • Predicar con el ejemplo. Eso de haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago resulta confuso. Eres el modelo de conducta del pequeño. Deberías actuar como te gustaría que actuase. La coherencia vuelve a aparecer como algo muy importante.
  • Es importante que el niño entienda qué significan sus emociones y cómo se sienten otras personas, debe aprender a ponerse en el lugar de otros. Se trata de fomentar la empatía e invitarle a que practique actos altruistas para que vea su efecto en los demás. Inteligencia emocional. Por supuesto.
  • En una casa donde los adultos gritan y amenazan es más complicado que los niños aprendan a comunicarse de forma sosegada. Habría que esforzarse para que la comunicación esté exenta de agresividad y que en su lugar aparezca un diálogo respetuoso, y algo aún más importante, con espacio para la escucha. Habría que favorecer un tipo de comunicación sin gritos, sin insultos ni amenazas, respetando el turno de palabra. Se trata de que le expliques al pequeño cómo te sientes y que le animes a que te cuente cómo se siente él.

El síndrome del emperador se puede solucionar. Afortunadamente a esas edades casi nada es definitivo.

Parece que hay cierto consenso en que la solución pasa por explicar los limites y reforzar los aspectos positivos del niño. La claridad de esos límites, el refuerzo positivo y sobre todo, en la medida de lo posible, dedicarles tiempo de calidad (teniendo en cuenta que el tiempo que pases con tus hijos es también tiempo que te dedicas a ti mismo) favorecerá que aparezca la seguridad necesaria para desarrollarse como personas autónomas y felices.
Y ten en cuenta que si el proceso de convertirse en tirano lleva cierto tiempo, el tener que desandar el camino, tampoco es inmediato.

 

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