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¿Cómo hablar del suicidio con los jóvenes?

En esta página ya hemos hablado sobre la depresión en otras ocasiones. Hay que recordar, además, que la depresión mata. El suicidio es un problema asociado que puede tener consecuencias fatales. Leemos preocupados en la página de información del Consejo General de la Psicología Español, haciéndose eco de las recomendaciones de la APA (American Psychological Association) que abordan el tema del suicidio en niños y adolescentes. En dicho artículo abren con la siguiente frase:

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 24 años de edad. A pesar de la creencia común de que solo los adolescentes y los adultos llevan a cabo comportamientos suicidas, los niños más pequeños también pueden estar en riesgo.

Hay que sensibilizar a padres y profesores para que estén atentos a las señales de advertencia que pueden lanzar nuestros niños y adolescentes. Los factores son muchos pero podemos resumirlos en la siguiente lista:

  • problemas de salud mental como la depresión,
  • la ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo,
  • alcohol y uso de sustancias,
  • comportamientos compulsivos,
  • historia previa de trauma o abuso,
  • historia familiar de suicidio,
  • intento de suicidio previo

Si tratamos con menores con alguno de esos factores debemos estar atentos a las señales de advertencia. Entre ellas podemos destacar, pero no son las únicas:

  • cambios físicos en la apariencia o en los hábitos de higiene,
  • aumento en el consumo de alcohol o drogas,
  • disminución en las calificaciones escolares,
  • aislamiento social,
  • discursos sobre el suicidio o preocupación manifiesta por la muerte,
  • comportamientos peligrosos o imprudentes (como conducir de forma imprudente o practicar sexo inseguro),
  • comportamientos autolesivos,
  • expresar sentimientos de desesperanza o manifestar no tener motivos para vivir,
  • búsqueda de métodos de suicidio y/o adquisición de armas (evidentemente la preocupación por las armas es mayor en USA que en nuestro país).

Y si los padres detectan algunas de estas señales y/o comienzan a temer que su hijo/a puede estar en un proceso autodestructivo ¿qué pueden hacer? De la misma fuente se extraen algunas acciones que pueden poner en práctica para prevenir el suicidio:

  • Dígaselo: Expresar abiertamente su preocupación por el hecho envía un claro mensaje de que hay alguien que cuida de él, a quien le importa y quien se preocupa. No hay que hacer caso de quien dice que hablar de suicidio con los jóvenes puede sembrar la idea en ellos.
  • Escuche: En muchas ocasiones los padres evitan las conversaciones molestas, cambian de conversación e incluso llegan a prohibir ciertos temas. Es muy importante escuchar cómo se siente nuestro hijo/a y qué le está sucediendo.
  • Mantenga las relaciones sociales: Una reacción lógica, inmediata y, sin embargo, equivocada es «sobreproteger» al hijo o hija, prohibiéndole salir, por ejemplo. Al contrario, debemos ayudarlo a mantener sus relaciones sociales con amigos y demás gente querida. Además, lo que podemos hacer es pasar más tiempo con él o ella.
  • Comprensión: Debemos estar al lado de nuestros hijos de forma incondicional en estos momentos. Necesitan que les expresemos nuestro amor y apoyo, necesitan saber que vamos a buscar la ayuda que sea necesaria y que estaremos a su lado durante todo el proceso.
  • Confíe en su intuición: Un joven que tenga pensamientos suicidas siempre va a negarlos, si tiene sospechas de que esos pensamientos pueden estar ahí, confíe en su intuición. Tome medidas, especialmente las encaminadas a la seguridad (ver el punto siguiente).
  • Priorice la seguridad: Elimine cualquier medio que pueda tener al alcance el menor para llevar a cabo el suicidio. Asegúrese de que el niño o adolescente no se quede solo y consulte cuanto antes con un profesional de la salud mental.

 

Yo tenía un perro negro

Alguna vez has conocido a alguien con depresión. No es una pregunta, es una afirmación, porque estoy seguro de que es así. La depresión es una enfermedad muy frecuente en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que afecta a unos 350 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo, a lo que vulgarmente llamamos o nos referimos como «hoy estoy depre». Puede suponer un gran sufrimiento para las personas. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 800.000 personas, convirtiendo al suicidio en la segunda causa de muerte entre la gente de 15 a 29 años.

El perro negro es un vídeo producido por la OMS bastante explicativo y recomiendo su visionado.

La tríada cognitiva negativa

Cuando estudiaba psicopatología me explicaron que uno de los síntomas es la tríada cognitiva negativa, que consiste en que el sujeto percibe su vida como desastrosa, en el pasado y en el presente, y las expectativas de futuro que tiene son bastante pesimistas.

Pero no vamos a darle muchas vueltas a los temas técnicos. Si a comentar algo que me ha llamado siempre la atención. Cuando he tenido que trabajar con alguna persona deprimida y su entorno, siempre me encuentro con alguien que afirma cosas como: «lo que le pasa es que es un flojo» o «lo hace para llamar la atención». Estas personas se empeñan en ser una rémora que en lugar de ayudar hacen todo lo contrario. Lo hacen con buena intención, según ellos lo que el paciente necesita es «dejar de hacer el tonto y espabilar». Algunas veces, incluso consiguen que la persona deje el tratamiento.

Otras personas quieren ayudar. Se acercan al paciente y dan consejos tan sabios como: «anímate, no puedes estar así todo el día». Lo cual es un consejo envenenado: ya le gustaría al deprimido poder animarse, lo intenta por todos los medios con escaso resultado. Y por otro lado, el «no puedes estar así todo el día» alcanza de lleno al sentimiento de culpa que el sujeto tenga en esos momentos.

Y yo ¿qué puedo hacer?

Tengo que decir que todos podemos hacer algo, pero no siempre sabemos el qué. Insistir en que se levante de su sillón y se vaya a correr un maratón no es objetivo alcanzable, así a la primera. Si queremos ayudar a ese amigo tenemos que escucharlo y cuando exprese esos pensamientos negativos sobre su pasado. Ese error que cometió. Esa decepción amorosa. Eso que hizo que no debería haber hecho o al contrario, lo que no hizo y debió hacer. En esos momentos, hay que recordar que todos tomamos la mejor decisión que podemos con los datos de que disponemos en ese momento. No se puede prever con absoluta certeza qué sucederá dentro de diez años, diez meses, diez semanas, diez horas.

Podemos intentar rememorar esos tiempos que pasamos juntos, haciendo cosas divertidas, siendo felices. Solo hablar y solo escuchar… si vas a decir alguna frase que comience por «tú lo que deberías hacer es», mejor cállatela.